Tuve la fortuna de ingresar al mundo del cine, a ciencia cierta no sé si por suerte, casualidad o destino, sin embargo el compromiso y entrega han estado desde el principio y con el paso del tiempo han ido en aumento, a tal grado de que en el presente todas mis actividades y labores giran en torno al séptimo arte.

Desde mi experiencia temprana me percaté de la complejidad de este entorno y de una situación en particular, que en lo personal ha llamado mi atención hasta el día de hoy:

Existen algunos avances que han mejorado esta relación, sin embargo el cine mexicano no ha vuelto a su añorada conexión con la audiencia como en la época de oro. 

Desde mi perspectiva considero que hoy por hoy esta fractura es consecuencia de dos problemáticas principales que afectan en la consolidación de una sana relación y por ende a la evolución del cine nacional.

México es el cuarto consumidor de cine a nivel mundial, ello representa un mercado importante. ¿Para quién? ¿Qué películas tienen mayor oferta en cartelera? Ciertamente no el cine mexicano, sino el norteamericano. 

Desde que el Tratado de Libre Comercio entró en vigor y con su ratificación con el T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá), el país vecino del norte ha sido quien se ha beneficiado de ello. El cine en nuestro país no cuenta con una excepción cultural, es decir, a las películas no se les protege como obras culturales hacedoras de identidad y más bien se les comercializa únicamente como productos, o sea, como si fueran tomates.

La protección de la que hablamos tiene que ver con el tiempo que se reserva en pantallas para el cine nacional, que al día de hoy es del 10% del total: de diez pantallas, en una debe programarse cine mexicano.

Entonces el 100% de la oferta cinematográfica producida en nuestro país no encuentra los canales adecuados de distribución y exhibición; no todo lo que se produce se ve. Las cadenas comerciales suelen exhibir obras que garantizan cierto éxito en taquilla, es por ello que cuando una producción mexicana se exhibe en estos cines, tiende a ser de corte “comercial” y es por ello que la gran audiencia piensa que sólo se producen este tipo de películas, a pesar de que no es así.

Vamos a resumirlo de la siguiente manera:

Lo que queda, además de seguir pugnando por un mejor trato en leyes y tratados internacionales, es generar circuitos alternativos de distribución y exhibición para el cine nacional.

Durante muchos años, la Ciudad de México ha acaparado la educación e industria cinematográfica del país. Es natural que las capitales concentren el mayor número de oportunidades dado que en ellas se reúnen los poderes políticos que mueven la energía de la entidad. Hace no mucho tiempo, una persona con interés de estudiar o trabajar en el sector fílmico tenía como principales opciones: ir al extranjero o a la Ciudad de México. Entrar al hermético gremio cinematográfico se solía dar por herencia, contactos y en ocasiones por suerte o mérito propio.

Hacer cine sólo estaba al alcance de unos pocos, principalmente porque producir una película requiere de un capital importante y a pesar de que en años recientes se han reducido algunos costos procedentes de la tecnología digital, aún no existe una verdadera democratización del cine, pues para el grueso de la población no es accesible.  

En la actualidad, un alto porcentaje de las películas mexicanas son creadas en o desde la Ciudad de México por una comunidad cinematográfica a la que continúa siendo un tanto complejo de pertenecer, lo que limita la voz y visión con la que se cuentan estas historias.

Existen retos mayúsculos para generar las condiciones idóneas para la cinematografía al interior del país: leyes estatales que fomenten la producción, incentivos fiscales para la inversión de la iniciativa privada, educación formal o comunitaria en el rubro, espacios alternativos de exhibición y un largo etcétera.

Aún con circunstancias en contra, en años recientes la producción local en algunos estados va en aumento gracias a esfuerzos independientes de la comunidad local, y aunque no se compara en cantidad con lo que se realiza en la Ciudad de México, de a poco se hacen presentes cineastas que retratan su realidad desde su propia voz, lo cual paradójicamente resulta fresco y novedoso. 

Miradas Locales es un proyecto que busca aportar y sumar esfuerzos para mejorar y fortalecer el cine nacional desde lo local. Brinda una plataforma de exhibición para las producciones, incentivando la creación en la entidad, al tiempo que trata de generar y fortalecer el vínculo entre los cineastas locales y su público. Cada día tratamos de sumar estrategias que nos permitan cumplir con nuestros cometidos.